Humedal El Lago, el pulmón ambiental del occidente de
Bogotá
Caminar, leer, reflexionar… o simplemente respirar, es un placer en este paraíso natural incrustado entre la selva de cemento del noroccidente de la ciudad. |
El humedal Santa María del Lago, ubicado entre la Avenida Boyacá y la
carrera 76, desde la calle 80 a la calle 75, ofrece a todos los bogotanos, sin
límite de edad, un oasis para la recreación pasiva y de paso reconocer el
patrimonio natural que posee Bogotá.
Allí habitan centenares de especies de fauna entre las que se destacan
la Tingüa Pico Amarillo con su grupo familiar, la Monjita Bogotana con su
mirada alerta, la imponente Mirla, la Garcita Ibiz con su pausado andar y el
inquieto Colibrí que entre las llamativas flores del Jazmín Chino danza suspendido
en el aire de esta fría ciudad.
De acuerdo con Miguel Sánchez, educador de la Secretaría de Ambiente,
los humedales son ecosistemas que nos ayudan a regular las inundaciones y a filtrar
los contaminantes del arrastre de las aguas que atraviesan nuestra ciudad.
Además son fundamentales para la regulación del clima y la conservación de
miles de especies de fauna y flora.
Al humedal el Lago se puede ingresar cualquier día de la semana entre
las seis de la mañana y la 4.30 de la tarde, su acceso es gratuito y sólo se
permiten actividades de recreación pasiva: contemplar el paisaje, yoga,
reflexión, leer y caminar. No se pueden
ingresar bicicletas ni balones u objetos que impacten la conservación natural.
Educación ambiental
Con miras a crear conciencia, la Secretaría de Ambiente de Bogotá
imparte educación en aulas ambientales como la de Soratama en Usaquén, el
parque Mirador de los Nevados en Suba, el parque ecológico distrital Entre
Nubes en San Cristóbal, el aula itinerante Auambari y el humedal Santa María del Lago en Engativá.
En dichas aulas se desarrollan acciones pedagógicas y procesos de
formación con toda la comunidad, principalmente con población de niños y
jóvenes, a quienes se les enseña la estructura ecológica de la ciudad y su
importancia en torno a cinco ejes temáticos: Biodiversidad, cambio climático,
agua y estructura ecología principal,
manejo de residuos sólidos y gestión de riesgos. Los jóvenes estudiantes
también tienen la oportunidad de realizar su servicio social.
Igualmente la entidad oferta 61 caminatas ecológicas a los diferentes
territorios ambientales de la ciudad.
Urge política de control al cambio climático
Nidia Acevedo
Botello
Comunicadora social
Sin una verdadera
cultura ambiental que facilite el cambio de percepción que se tiene frente a
los cuerpos de agua o humedales de las ciudades y por ende permita transformar
los comportamientos y relaciones con ellos, es muy difícil lograr la reducción
de emisión de gases efecto invernadero –GEI- arrojados a nuestra atmósfera, la
misma que nos permite respirar y mantenernos vivos con nuestra familia y
nuestra sociedad.
En el reciente
informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Climático –IPCC-, se
evidencia que durante el período de 2000 a 2010 (y siguientes), “el crecimiento poblacional y el crecimiento
económico fueron los principales motores de las emisiones, y sin esfuerzos
dirigidos para cambiar ello, se espera que continúen siendo los motores clave”.
En la ciudad de Bogotá, dadas las
condiciones de desplazamiento y migración interna que se viven dentro del país
como consecuencia del conflicto armado y de las erradas políticas económicas
que han dejado sin trabajo a los campesinos y los ciudadanos de provincia, se
ha experimentado durante los últimos cinco años un incremento gigantesco de su
población. Ciudadanos que vienen en búsqueda de nuevas oportunidades de vida,
pero que no conocen el arraigo de la ciudad y su intrínseca relación con el
agua.
Cuenta la leyenda que
Hace más de 20.000 años la Sabana de Bogotá era un gran lago que sufrió el
quebrantamiento de uno de sus bordes y se desaguó en lo que hoy conocemos como
el Salto de Tequendama, dejando en la sabana bastos cuerpos de agua convertidos
en quebradas y humedales. La ciudad fue fundada en un sitio que ofrecía
ventajas para la instalación del caserío inicial, ya que gozaba de quebradas y
arroyos de aguas cristalinas que descendían de las cuencas formadas por los
cerros orientales. El terreno no presentaba inundaciones durante la temporada
de lluvia, pues el exceso de agua era recogido y almacenado naturalmente por
lagos y humedales. Para finales del siglo XVIII el problema sanitario de la
ciudad se agudizó a causa del crecimiento de la población, que alcanzaba los
20.000 habitantes. No había redes de acueducto, alcantarillado ni sistemas de
recolección de basuras adecuados. Simplemente se arrojaban y vertían los
desechos de la ciudad en caños, plazas y calles, o en los ríos San Francisco, Tunjuelo,
San Agustín, Fucha y Arzobispo, y a través de ellos eran transportados hasta
los lagos y humedales del occidente de la ciudad, para luego desembocar en el
río Bogotá.
Hoy, viven en la
capital cerca de 8 millones de habitantes, que utilizan aproximadamente dos
millones de vehículos y arrojan alrededor de 6.500 toneladas de basura diarias,
de las cuales cerca de 2.000 van a parar al río Bogotá a través de sus a
afluentes. A las basuras, se les suman otras prácticas anti-ambientales como
las conexiones de desagües de residuos sólidos, la desecación de los cuerpos de
agua para la construcción y la falta de educación a los ciudadanos y de
mantenimiento a humedales, quebradas y redes de alcantarillado. Lo anterior,
reafirma lo plasmado en el informe del IPCC, donde relaciona que “los científicos están entre un 95% y un 100% seguros de que los
humanos causaron la mayor parte del cambio climático desde 1950”.
Por tanto, “sin una estrategia agresiva
de mitigación para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en este
siglo, la temperatura estará encaminada a aumentar más de 2 grados centígrados
para 2100. Esto llevaría a cruzar un umbral de calentamiento catastrófico con
consecuencias globales devastadoras”. Estrategia que sin lugar a dudas debe
involucrar autoridades, ciudadanía, organizaciones, academia, medios de
comunicación y diversos sectores de la sociedad.
Mientras no se dé una decidida
intención de socializar y aplicar prácticas claras y concretas que transformen
las acciones humanas por otras más amigables con el medio ambiente y que
propendan por la reducción de los GEI, continuaremos viendo el incremento
desmedido de la frecuencia y la intensidad de lluvias intempestivas con
tormentas y sus consabidas inundaciones, el incremento de la temperatura global
que haría imposibles actividades normales como cultivar o trabajar en la calle
y el aumento de infecciones respiratorias que colapsan el precario sistema de
salud existente y paralizan la actividad laboral, amenazando con llevar a la
tumba a niños y personas mayores, los más vulnerables.
El exsecretario
general de la Organización Meteorológica Mundial, Michel Jarraud, destacó
recientemente que el informe del IPCC puede considerarse “el mayor
informe de toda la historia de la ciencia”. Jarraud fue categórico en su
discurso: “Tenemos suficiente información ahora; el cambio climático ya no
puede ser ignorado; no hay excusa para ignorarlo”. Vaya gigantesco compromiso y
responsabilidad que cae sobre nuestros hombros. Ojalá los robustos presupuestos
destinados a otras ejecuciones, también lleguen a la implementación de estrategias de mitigación
al cambio climático, por el bien de la actual y la futura población.
Desafortunadamente aún existe un grado de inconciencia fuerte por
parte de la ciudadanía que arroja basuras en el humedal Jaboque. Dichos residuos
terminan en alguna parte del humedal dentro del cuerpo de agua o atascada en
algún sector, afectando las especies de flora y fauna que lo habitan e
infestando el ambiente a su alrededor.
De acuerdo con Mario Torres, coordinador de la empresa Aguas de Bogotá,
encargada de mantener el humedal y secretario de ambiente de la Asociación de
Juntas –ASOJUNTAS, a comienzos del presente año se coordinó un trabajo conjunto
con las 26 comunidades aledañas al territorio del Jaboque, para buscar
alternativas a esta problemática. Pues la inconciencia y la irresponsabilidad
ciudadana son mayores al esfuerzo realizado diariamente por este equipo de trabajo.
Por lo anterior, se hace un llamado a la alcaldía local y a la policía
nacional para unir esfuerzos con las comunidades y aplicar el código de policía
para poner en cintura a los inescrupulosos que aún creen que el humedal es un
botadero de basuras.
El guardián del humedal Jaboque
·
Más de 30 años al cuidado del humedal
Jaboque, de manera voluntaria, le han dado el reconocimiento de ambientalistas,
funcionarios y autoridades de la localidad.
Con un gran espíritu ambientalista y fuerte conexión con el
humedal Jaboque, de quien dice es “una perla del corazón de Engativá”, Luis
Antonio Vega, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Villa Mary, conoce,
convive, sufre y cuida este vasto cuerpo de agua como si fuera un miembro más
de su familia.
Recuerda con nostalgia los tiempos de antaño, cuando el
humedal no estaba tan contaminado y permanecía habitado por diversas especies
de flora como el sauce, tabaco, lenteja de agua y sombrilla japonesa en cuyas
grandes hojas se refugiaban comadrejas, conejos y curíes. También se deleitaba
con aves como garzas, gallinetas, patos,
monjitas, canarios campesinos, ratones de agua, tingüas y murciélagos, entre
otros. "En una ocasión sembré sauces en gran parte del humedal. Después
vino una empresa y se los llevó a un vivero para luego venderlos de manera
absurda como si fueran ellos quienes los hubieran traído”.
Reconoce que el humedal en sus más de cuatro kilómetros de
largo, desde las montañas orientales pasando por el canal de Los Ángeles, va
recogiendo basuras de la ciudadanía; por lo anterior, admite que no es fácil
mantenerlo en sus mejores condiciones, pues pese a las ingentes sumas de dinero
que la empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá ha invertido en su mantenimiento,
su aspecto actual no es el mejor. Pero
también advierte que las empresas contratistas no tienen en cuenta ni respetan
el conocimiento y la experiencia de quienes han cuidado el humedal desde años
atrás.
Hace diez años gestó la iniciativa comunitaria “Amigos del Humedal”. Inició hablando con
los vecinos desde Villa del Mar hasta Engativá pueblo y se reunieron para
exigir a las autoridades que lo intervinieran, y se logró. “Inicialmente, se
reunieron más de 80 personas que de manera voluntaria se metían al agua para
sacar basuras y maleza, mientras otros hacían almuerzo, tinto y refrescos, en
una especie de minga ambiental”, contó Luis Antonio. Recuerda un domingo, en el
que extrajeron 36 llantas del fondo del humedal.
Sin embargo, la organización hace algunos años dejó de actuar
debido a diversos inconvenientes que debieron afrontar con las empresas
administradoras.
Hoy, el Jaboque está lleno de maleza, basuras y gruesas capas
de lodo que evaporan malos olores, infestando a la comunidad circunvecina. “Vivimos
enfermos de gripa y enfermedades respiratorias. Nosotros no volvimos a meter
mano en el humedal porque los contratistas nos prohibieron diciendo que ellos
son los únicos que saben, aunque lo hagan mal”. Concluye además, que cada gobierno llega y
cambia las reglas de juego, pero en últimas es muy poco lo que hacen por
mejorar el aspecto del humedal.
Engativá albergará el nuevo parque metropolitano de la capital
· En dos años aproximadamente, el parque
metropolitano el Cortijo abrirá sus puertas a la comunidad científica,
educativa, étnica y visitantes en general.
· Estará ubicado al norte de la calle 80, antes de
salir de Bogotá, en el predio donde inicialmente se había planeado construir
una planta de reciclaje.
· Será más pequeño que el parque Simón Bolívar pero de
carácter ecológico y ambiental.
El nuevo parque
metropolitano El Cortijo, será un espacio de libre acceso a todos los
bogotanos, de recreación pasiva, con mirador de aves, senderos ecológicos,
Centro de interpretación ambiental, salas dotadas y ambientadas, apto para
los deportes amigables con el ambiente, especies de flora y fauna nativas y extensos
espejos de agua.
Así lo registró el
ingeniero Freddy Ortiz, referente ambiental de la alcaldía de Engativá, quien
además explicó que la construcción del parque es el fruto del trabajo de la Mesa
de concertación para el saneamiento integral de la cuenca del Río Salitre,
conformada por autoridades distritales y locales, organizaciones ambientalistas
y comunidad aledaña.
Dicha mesa fue
creada en el marco del proyecto FIAB, de adecuación hidráulica y recuperación
ambiental del Río Bogotá, ejecutado por la Corporación Autónoma Regional CAR, con
el que se busca la tan anhelada descontaminación del Río y la ampliación de su
cauce, para mitigar riesgos de inundaciones en futuras crecientes.
Con este proyecto
se adelantan trabajos como la construcción de un parque lineal y un sendero
peatonal, la ampliación de la zona inundable y el levantamiento de nuevos
jarillones lo largo del cauce del Río Bogotá así como la ampliación y
optimización de la planta de tratamiento PTAR Salitre ubicada en el sector de
El Cortijo en Engativá, como mecanismo para descontaminar las aguas que van a
parar al mismo.
De acuerdo con
Norma Carmona, directiva del proyecto, la ampliación de la planta de
tratamiento PTAR Salitre, permitirá que se pase de tratar 4 metros cúbicos por
segundo de una manera primaria donde sólo se sacan basuras y lodo, a sanear
hasta 26.2 mts cúbicos por segundo, con un proceso de recuperación químicamente
asistido, para que el agua salga con calidad superior y pueda ser utilizada
tranquilamente en el riego de cultivos de frutas, verduras y hortalizas aledaños
a la capital, los que finalmente van a parar en la mesa de los bogotanos.
Compensaciones
Teniendo en cuenta que
para ampliar la PTAR se tendrán que rellenar las 4 hectáreas del humedal El
Cortijo, por razones técnicas y operativas, la comunidad presentó una propuesta
de compensación que plantea la construcción del parque Metropolitano de
carácter ecológico y ambiental, la creación de 2 espejos de agua con una
extensión de 14 hectáreas, la restauración y recuperación ecológica de tres
Madres viejas y la construcción de las zonas de compensación antes de rellenar el
humedal, para garantizar el traslado correcto de la fauna y flora existente.
De igual manera el Ingeniero
Aníbal acosta, Gerente del proyecto FIAB aclaró que con la ampliación de dicha
planta no habrá problemas de olores y plagas toda vez que el funcionamiento de la
segunda fase de la PTAR se realizará de manera cubierta herméticamente y los
gases generados se emplearán en la producción de la energía eléctrica que se
reutilizará en los procesos de la misma planta.
La compensación no
será suficiente: comunidad
No obstante, algunas
autoridades y miembros de la comunidad ven con desconfianza y se oponen a la
ampliación de la PTAR, argumentando que esta fue una decisión arbitraria que
atenta contra el humedal El Cortijo. Así lo advirtió en agosto pasado, el
concejal Jairo Cardozo quien denunció que la construcción de la planta de
tratamiento de aguas residuales (PTAR) Salitre dejará graves secuelas ambientales,
para la calidad de vida y la salud de más de 160 mil habitantes de
los barrios Ciudadela Colsubsidio, Quintas de Santa Ana, Los Eucaliptos y
El Cortijo.
“A pesar de que el
proyecto ofrece una compensación ambiental, mediante la construcción de un parque
metropolitano, y la implementación de lagos artificiales, esto no será
suficiente para reparar el grave daño ambiental que se ocasionará con el
relleno de este humedal. El proyecto no fue debidamente socializado con los
habitantes del sector, quienes manifiestan que las entidades estatales,
participantes en el proyecto, firmaron un acuerdo sin la participación real de
los barrios de la UPZ 72, comportamiento que consideran violatorio de sus
derechos”, puntualizó el Concejal.
Distrito tendría que pagar 32 millones de dólares por terrenos del Jaboque*
· El 3 de abril del 2014 un Magistrado condenó a la EAAB a pagarle a un
particular más de 64.000.000 millones de pesos (cerca de 32 millones de
dólares) por perjuicios materiales.
La capital
tendría que pagar una multimillonaria suma por cuenta de un polémico fallo del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca. La Empresa de Acueducto y
Alcantarillado de Bogotá (EAAB) fue condenada por no adquirir un predio que, en
teoría, y según lo dice su escritura pública de 1963, pertenece al Distrito
capital.
La historia
Todo comenzó
en el 2001 cuando el Consejo de Estado decidió una acción popular y le ordenó
al Distrito adquirir los predios necesarios para proteger y conservar el
humedal Jaboque, en la localidad de Engativá, “que a la fecha no hayan sido
adquiridos, y que se encuentren dentro de las zonas de ronda y manejo y
preservación ambiental”.
Inmediatamente
el señor Jorge Enrique Cortés Rojas indicó que el Distrito debía adquirir su
finca, La Providencia, alegando que es uno de los predios mencionados en la
acción. Sin embargo, la empresa de Acueducto argumentó que ese predio es un
bien público que pertenece a Bogotá, y se negó a hacerlo.
El señor
Cortés Rojas compró la finca a Álvaro Rojas Barbosa por medio de un apoderado,
cuatro meses antes de que el Tribunal Administrativo se pronunciara sobre la
acción popular. Y pagó 60 millones de pesos por un predio de más de 1 millón de
metros cuadrados. Además, en la escritura dice que el inmueble “hace parte en
su totalidad del humedal Jaboque, ubicado en la zona de Engativá”.
Lo curioso es
que a pesar de reconocer que su predio está ubicado en zona protegida, en su
acción de reparación se pretenden más de 180.000 millones de pesos por
indemnización, lucro cesante y daño emergente.
Un predio sin
linderos
En 1954 el
señor Isidro Silva Varón, por sentencia de un juzgado de Bogotá, adquirió el
predio por prescripción. No obstante, el original de dicha sentencia y su
proceso no se han encontrado hasta el momento. El instrumento público señalaba
vagamente como límites de La Providencia, al norte al río Bogotá y al
occidente, oriente y sur con propiedad privada. Respecto a este tema el
Instituto Geográfico Agustín Codazzi dijo que debido a lo subjetivo en la
descripción de los linderos, el predio no se puede ubicar.
En 1979 Silva
vendió el predio a Álvaro Rojas Barbosa por 20 millones de pesos pero solo en
1996 este último contrató a un ingeniero civil para delimitar La Providencia. Y
al hacerlo, presuntamente lo ubicó sobre el predio La Florida, de propiedad del
Distrito. Lo curioso es que la Notaría 29 de Bogotá aceptó esta aclaración de
linderos sin contar con la resolución o certificado de la oficina de Catastro.
En 2009 el
Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (Dadep)
presentó demanda de nulidad de las escrituras públicas contra Jorge Enrique
Cortés Rojas y Álvaro Rojas Barbosa, proceso que aún está en curso.
La sentencia
A pesar de
ello, el magistrado Carlos Alberto Vargas Bautista dictó sentencia sobre la
acción de reparación argumentando que la decisión sobre las escrituras no
incidía en el caso que él adelantaba, a pesar de que el ministerio público en
su momento le pidió suspender el proceso. Además aseguró a la Revista Semana,
que si supuestamente el bien era del Distrito, no era lógico que aparecieran
documentos en los que el Distrito demanda a Cortés por no pagar impuestos.
El
Departamento Administrativo de Espacio Público, DADEP, apeló la sentencia que
condena al Distrito afirmando que no es lógico que el Distrito pague por un
bien que le pertenece desde 1963, más cuando aseguran que sus escrituras y
títulos no dan lugar a dudas.
El pasado
miércoles 10 de septiembre la directora del DADEP, Blanca Inés Durán, interpuso
una denuncia en la Fiscalía General de la Nación en la que solicita investigar
los presuntos delitos de obtención de documento público falso, fraude procesal,
usurpación de tierras y prevaricato por acción.
El pleito por
el polémico fallo apenas comienza y va para largo.
*Ver la nota completa en: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-humedal-del-distrito-que-costara-us-32-millones/402645-3